He leído y escuchado en alguna oportunidad que estamos educando y formando personas para profesiones que, en muchos casos, no existirán en el mercado laboral del futuro. Igualmente se comenta, que surgirán o emergerán puestos de trabajo que desconocemos hoy día. Reflexionando sobre ello, se saltan series dudas, ya que médicos, odontólogos, geólogos, economistas, por mencionar algunas profesiones, seguirán siendo relevantes y demandadas a medida que crece (o merme) la población mundial.
Lo que si resulta cuasi-seguro es el impacto que tendrá en muchas profesiones la tecnología. Ya vemos médicos operando a distancia a través de medios digitales, los economistas tradicionales se resisten a la inevitable moneda digital, la experiencia de ir al odontólogo ya no será tan traumática, y por supuesto, los métodos de enseñanza no serán los mismos. La pizarra y la tiza se verán como reliquias de otros tiempos, eso espero.
La transformación digital de los espacios educativos debe ser una realidad e impulsada desde ya, es imperativo trasladar a las futuras generaciones de profesionales la semiótica de esta era, y no es más que, el uso de la tecnología en prácticamente todos los estamentos de los sectores y la sociedad.
La transformación digital, o digitalización de buena parte de la educación y formación es imperativa. Las generaciones actuales deben ser impactadas por el uso de la tecnología en todos los contextos, su uso masivo, será una especie de tsunami que arrastre y empuje a un mundo o sociedad cada vez más interconectada y global.
La pandemia ha resultado en un revulsivo para la educación y capacitación. Aun cuando hay sectores que se resisten, producto de la mala aplicación de la educación virtual o e-Learning, no es excusa para abordar o dilatar la aplicación del concepto con firmeza.
No importa que los sean estudios sean presenciales, los materiales de enseñanza y la comunicación serán digitales.
La tecnología es una herramienta de desarrollo y progreso, no es el enemigo. La buena y sana aplicación de la educación virtual, y la tecnología en general, ayuda en:
- La flexibilización de espacios educativos (tutorías virtuales, trabajos colaborativos en red, etc.)
- Uso de Cloud Computing, la electricidad de este siglo, está llamada a convertirse en la gran impulsora de desarrollo y progreso de este siglo. Junto a los datos, serán 2 excelentes apuestas
- La Inteligencia Artificial, facilitará e impulsará sectores clave como el medio ambiente, por ejemplo, coches eléctricos y autónomos, serán fuente para luchar contra los males que nos ha dejado la era industrial, solo por mencionar un ejemplo.
- Innovación y creatividad. Fuente de nuevas ideas y propuestas de todo tipo, que redundarán en una generación de emprendedores quienes lideran sectores de la vida en muchos contextos, y todo gracias a la tecnología
- Trabajo cooperativo y colaborativo en red, impulsando las relaciones entre diferentes contextos.
Conocemos la importancia de interacción social de la presencialidad, en especial, en las primeras etapas de la educación, sin embargo, ella no es óbice para incluir herramientas tecnológicas que faciliten a nuestros jóvenes, la naturalidad de su uso y la apuesta por el futuro de ello.
Como decía anteriormente, la tecnología no es el enemigo, es un aliado excelente para permitirle y darle a las futuras generaciones herramientas para contribuir con una sociedad más justa e igual en el futuro.
Subyace, en todo lo anteriormente, que gobiernos y entes privados debemos invertir en los sectores menos favorecidos, para evitar así las brechas y desigualdades que genera todo proceso de cambio.
Usemos, por tanto, la experiencia ganada durante la pandemia, para impulsar un verdadero cambio en la educación, que como dice Sugata Mitra:
“El sistema educativo actual, no es que no funcione, lo que está es obsoleto”.
Sugata Mitra
Diplomado en Educación Virtual
